
Hay una trampa silenciosa en la que muchas caemos sin darnos cuenta: la idea de que tenemos que hacerlo todo y además, hacerlo perfecto.
Criar, cuidar, acompañar, sostener, son verbos que usamos a diario… pero rara vez nos preguntamos:
¿Quién me sostiene a mí?
Si estás leyendo esto, probablemente eres una de esas mujeres que dan todo de sí.
Y cuando digo “todo”, no me refiero solo a lo visible: las comidas, las terapias, los turnos médicos, la limpieza, la logística, el trabajo.
También me refiero a lo invisible:
- Esa preocupación que te acompaña aunque nadie la vea.
- Esa culpa silenciosa por no estar en todas partes al mismo tiempo.
- Ese cansancio emocional que arrastras, porque tu hijo, tu casa, tu mundo… dependen de ti.
Y sin embargo, te exiges perfección.
🧩 “No puedo equivocarme.”
📌 “No me puedo cansar.”
🕰️ “Tengo que poder con todo.”
💔 “Si no estoy, nada sucede.”
Pero déjame decirte algo, con la voz de alguien que también ha estado ahí:
No viniste a hacerlo perfecto. Viniste a hacerlo humano.
Tus hijos no necesitan una madre perfecta, necesitan una madre presente.
Una que a veces también se cansa, se enoja, se equivoca… y aun así vuelve.
Una que reconoce su límite y pide ayuda.
Una que aprende mientras camina.
Una que se perdona.
La maternidad no es una lista de tareas.
Es una danza. Un ritmo. Una sucesión de encuentros contigo misma, incluso en medio del caos.
🌱 ¿Y si hoy cambiamos la pregunta?
En lugar de:
“¿Cómo hago para cumplir con todo?”
Pregúntate:
¿Qué puedo soltar hoy?
¿Qué necesito para sentirme sostenida, aunque sea por un momento?
¿Qué gesto pequeño puedo regalarme, solo para mí?
✨ Lo perfecto cansa. Lo auténtico abraza.
Hazlo imperfecto. Hazlo con errores. Hazlo con dudas.
Pero hazlo desde el amor. Ese es tu verdadero superpoder.
Y cuando lo olvides, vuelve aquí. Yo estaré escribiendo para recordártelo.
Con cariño,
Loly.